Un buen laxante: La pimienta, además, es una especia que también funciona como laxante. Si se toma en pequeñas cantidades, puede mejorar el estreñimiento más rebelde.

Nariz obstruida: La forma más sencilla de despejar una nariz taponada por la mucosidad o por un objeto que se ha introducido en ella accidentalmente es acercar un poco de pimienta recién molida. Los estornudos serán tan fuertes que dejarán la nariz totalmente limpia.

Hipo rebelde: Cuando no hay manera de sofocar un ataque de hipo, puedes recurrir a esta drástica pero efectiva medida. Se trata simplemente de masticar uno o dos granos de pimienta. Su fuerte sabor calmará el hipo más rebelde. Evita, sin embargo, tragarte la pimienta, sobre todo si tienes el estómago sensible.

Dolor de muelas: El aceite de pimienta es un poderoso analgésico que, por sí solo, puede calmar el dolor de muelas más intenso. Al ser muy fuerte, sin embargo, es importante que esté correctamente dosificada. Para ello, pide consejo a un profesional especializado en medicina natural (el mismo herborista o un terapeuta naturista).

Buena digestión tras una comida copiosa: Ya es tradición añadir a las carnes y pescados grasos una buena cantidad de pimienta. Y es que este condimento, además de mejorar su sabor, estimula la producción de jugos gástricos y ayuda a digerir las proteínas. Si añades pimienta a tus platos, evitarás problemas como la hinchazón y la flatulencia.

Estimular la circulación: La pimienta, como todas las especias “caloríficas” tiene la virtud de estimular la circulación. Las personas con la circulación sanguínea deficiente, para aliviar su problema, pueden añadir pequeñas cantidades de pimienta a sus platos.