NIEVE EN LA BOTELLA– Aunque antiguamente se aliviaban las quemaduras con tinta negra, mi abuela era más partidaria de utilizar otro remedio mucho más “limpio” y natural. Como ella vivía en un pueblo donde nevaba mucho en invierno, siempre recogía nieve y la guardaba en un par de botellas de vidrio. Y es que el agua de la nieve es formidable para aliviar las quemaduras.
EL TRUCO DE LA PATATA– Si por lo que fuera mi abuela no disponía de agua de nieve, también confiaba muchísimo en el poder curativo de la patata cruda, que, además de aliviar las molestias de las quemaduras, tiene la propiedad de evitar que salgan ampollas. Si alguien se quemaba partía una patata, nueva a poder ser, y la colocaba sobre la piel afectada.
AZUCENA EN ACEITE– Por todos es bien sabido que echar el aceite de oliva sobre las quemaduras también alivia mucho, pero mi abuela lo mezclaba con flores de azucena, algo mucho más efectivo. Para ello pon a macerar un puñado de flores de azucena en medio litro de aceite.