DEL OLIVO A LA PIEL– Evidentemente combatían esa dermatitis seborreica de los bebés con el apreciadísimo y valioso aceite de oliva. Con este aceite, o con el de almendras dulces, daban suaves masajes sobre las costras después del baño diario del bebé.
PÉTALOS DE CALÉNDULA– Nuestras abuelas también confiaban en el efecto beneficioso que la caléndula ejerce en la piel. Con los pétalos de esta flor hacían una crema que diariamente aplicaban en el cuero cabelludo del bebé. Además de tres puñados de pétalos necesitaban 150 gramos de cera de abeja emulsificante, 60 de glicerina (o menos cantidad dependiendo de la sequedad de la piel) y un vaso de agua. Lo ponían al baño María a fuego lento durante tres horas, lo pasaban por un tamiz y lo envasaban en tarros de cristal.
CON UN CEPILLO SUAVE– Además, cogían un cepillo suave con cerdas que no fueran de origen animal y lo pasaban diariamente por el cuero cabelludo del bebé.